¿Alguna vez os habéis preguntado cómo funcionan realmente esas máquinas de apuestas en los bares? Sé que parecen inofensivas, pero ¿son rentables o simplemente devoran nuestro dinero? La verdad detrás podría sorprenderos. Espero vuestras opiniones para ver si alguna estrategia eficaz puede aplicarse aquí.
Te cuento la que vivió mi tío Manuel, un veterano de 55 años que siempre ha tenido más maña que la caja registradora del bar. Resulta que mi tío se la jugó con una máquina de apuestas que, según le decían, era la panacea para los que queríamos un dinerillo extra.
El hombre, con la precisión de un reloj suizo pero el instinto de un gato enfermo, apostó hasta la saciedad aplicando su propia versión de empates estratégicos, con un diario de apuestas que ni el FBI hubiera podido descifrar.
¿El desenlace? Claro, la máquina resultó ser un chupasangre digno de película de terror: en lugar de repartir billetes, se los tragó sin compasión, como si fueran chuches en una feria.