Los Grand Slams son el sueño de cualquier tenista y un espectáculo para los fans, pero últimamente surge la pregunta: ¿deberían reducirse los sets para hacerlos más atractivos? Por un lado, algunos piensan que menos sets podrían captar a una audiencia más joven y mantener la emoción en cada punto.
Es como ver una serie corta de Netflix, te engancha rápido sin sentirte atrapado por horas.
Podría aligerar la carga física sobre los jugadores, evitando maratones interminables que desgastan tanto a atletas como espectadores. Otros creen que parte del encanto de estos torneos es precisamente su duración y las épicas batallas a cinco sets.
Al final del día (o del partido), todo se reduce a lo que buscamos en el deporte: intensidad rápida o drama prolongado. Personalmente pienso que ambas opciones tienen su mérito; tal vez probar formatos mixtos podría ser una solución intermedia interesante.