El tenis, como bien sabemos, es un deporte que se juega en diferentes superficies: tierra batida, pista dura y hierba. Cada una de estas ofrece características únicas que afectan tanto el estilo de juego como la estrategia utilizada por los jugadores.
Actualmente, el calendario del tenis profesional está dominado por torneos en pistas duras y de tierra batida. La temporada sobre hierba es bastante corta y casi exclusivamente centrada alrededor del icónico torneo de Wimbledon.
La superficie de hierba proporciona un juego más rápido con botes bajos y rápidos que favorecen a aquellos jugadores con buen servicio y habilidades en la red. Aumentar el número de torneos en esta superficie podría no solo ofrecer mayor variedad al circuito sino también dar oportunidad a especialistas en este tipo de cancha para brillar.
A pesar del encanto único que aporta la hierba al tenis profesional, su presencia limitada plantea una cuestión interesante: ¿Deberíamos tener más torneos jugados sobre césped? Esto abriría nuevas oportunidades para jugadores especializados e introduciría cambios estratégicos interesantes durante toda la temporada.