Últimamente me pregunto si la tecnología está metiéndole un gol al tenis tradicional. Entre cámaras Hawkeye y raquetas inteligentes, parece que estamos viendo más gadgets que voleas.
Es como ver a mi abuela con un móvil nuevo: interesante pero raro. ¿Dónde queda el encanto de las líneas discutidas y los jueces sudando bajo el sol? No digo que sea malo, pero algo se pierde en esta revolución digital.
Quizás estemos convirtiendo una danza elegante en una ecuación matemática. ¿Y qué pasará cuando todo dependa de algoritmos? Puede que nos encontremos añorando esos errores humanos tan característicos.