El póker, ese juego donde la habilidad se mezcla con el azar. Pero claro, no todo es cuestión de suerte.
Primero, dominar las probabilidades matemáticas para anticipar posibles manos ganadoras. Segundo, perfeccionar la lectura del lenguaje corporal y patrones de apuestas de tus oponentes.
En mi opinión, combinar estrategia matemática con intuición puede elevar tu nivel significativamente en póker.
La verdad, el póker es un revoltijo de matemáticas, instinto y ese toque de irreverencia que ni el casino más pomposo se atreve a exponer. En mi experiencia, combinar el cálculo frío con la lectura de esos gestos casi censurados te hace sentir como una arqueóloga del azar.
Recuerdo un torneo con amigos en el que, entre risas y apuestas absurdas, pillé la señal de un rival que parecía más a careta de teatro que a jugador serio. Calculé mis probabilidades como quien descifra un jeroglífico y, en un giro que habría hecho palidecer a cualquier novela de espías, me llevé la partida.