Que se viene el Mundial de Boxeo Femenino en Serbia y ahí está nuestra querida Marta López dispuesta a darlo todo. No sé vosotros, pero yo ya estoy preparándome con palomitas para ver los combates como si fueran la última temporada de una serie adictiva.
Marta tiene un gancho que es más peligroso que dejar el móvil cargando toda la noche, ¿quién no ha estado ahí? Es como si cada golpe fuera una oda a lo mejor del boxeo español.
Eso sí, espero que las rivales tengan buenos seguros médicos porque cuando ella sube al ring parece Thor blandiendo su martillo.
La chica es rápida como cuando cierras todas las pestañas incómodas del navegador justo antes de que tu madre entre a mirar qué estás haciendo. Mis expectativas están por las nubes... y quizá en órbita también.
Creo firmemente que Marta puede llevarse el oro, aunque claro, eso depende de cómo soplen los vientos cósmicos ese día (y algo del entrenamiento supongo). Lo contradictorio aquí es: esperamos grandes golpes sin querer perder ningún diente; admiramos fuerza bruta deseando sutileza y elegancia.
Ahí está la gracia del boxeo femenino, En fin amigos, cruzaremos los dedos mientras miramos desde nuestro sofá.