Ah, el póker, ese maravilloso juego de cartas que puede hacerte sentir como un rey o dejarte con los bolsillos más vacíos que una nevera en fin de mes. Todos hemos estado ahí, apostando nuestras esperanzas y sueños en manos que prometían gloria eterna solo para acabar con la misma suerte que un pingüino en el desierto.
¿Y qué decir de esas manos traicioneras? Las parejas bajas son como esos amigos que siempre dicen 'yo te invito', pero luego desaparecen misteriosamente cuando llega la cuenta. O las temidas cartas conectadas del mismo palo, que parecen tan tentadoras como una dieta milagrosa después de Navidad: todo promesas y nada de resultados.
Vamos, es casi tan probable ganar con ellas como encontrar vida inteligente en Marte... o al menos eso me parece a mí cada vez que pierdo con estas malditas combinaciones. Al final del día, creo que todos tenemos esa mano específica que nos ha dejado mirando al techo preguntándonos si realmente sabemos jugar a esto o si deberíamos dedicar nuestro tiempo a algo más seguro, como coleccionar estampillas.
Pero claro está, también existe la posibilidad de que no sea culpa nuestra sino parte del plan maquiavélico del universo para mantenernos humildes... ¿o tal vez simplemente necesitamos practicar más? En fin, seguiremos intentándolo mientras seguimos revisando errores en las casas de apuestas porque quién sabe dónde estará nuestro próximo gran golpe.